Los psicólogos suelen citar escritores y poetas para ilustrar sus propios argumentos, pensamientos o comentarios. Aprovecho la oportunidad de imitarlos. ¿Y quién podría proporcionarme mejor material que un poeta o un escritor que sea él mismo plurilingüe?
A menudo sucede que como lector ni siquiera sabemos si el autor cuya obra estamos leyendo es plurilingüe, aunque hay muchos más de los que nos imaginamos. Como en sus libros no abordan imprescindiblemente el plurilingüismo esto solo lo podemos encontrar brevemente en sus biografías o en anécdotas.
Sin embargo, a veces dicho aspecto aparece como tema principal o esencial en uno u otro libro. Como por ejemplo en el caso de la novela Boyhood de J.M. Coetzee, el escritor sudafricano ganador del premio Nobel. Soy muy consciente que los elementos de la novela no son documentos realistas sobre la vida del autor mismo, sino más bien componentes de una obra literaria que se subordinan a los intereses de la composición y el relato. Los personajes y situaciones de las obras literarias, aunque parezcan “verdaderas”, son realidades creadas para hablar de algo más profundo que la historia misma narrada.
Aún así, me ha interesado qué cuestiones plantea el plurilingüismo en su texto.
En su novela Boyhood, narra la historia, a través de los ojos de un niño, desde que sus padres por motivos laborales se han mudado de la capital a una ciudad de provincias hasta posterior regreso y nueva estancia en la capital. Aunque el libro se desarrolla en un solo país, Sudáfrica, debido a su multilingüismo y multiculturalidad, hay situaciones que se parecen a cambios de países, por ejemplo, en Europa.
Los padres optaron, mientras vivieron en la capital, por el uso de inglés en casa pese a sus orígenes afrikáans por el motivo de considerar de máxima importancia enseñar al hijo no solo la lengua sino la cultura inglesa y sus valores. No es sorprendente que, al volver a su ciudad natal de provincias, para el niño resultaron ajenas no solo la lengua sino también las costumbres. Unos años más tarde, después de familiarizarse con aquella comunidad volverá a la capital que le reservaba sorpresas. De este modo el autor nos permite ver los diferentes grupos de la sociedad tanto desde dentro como desde fuera. Este privilegio, también típicamente multicultural, es el motor de la novela.
El niño tiene 5 años cuando se muda de Ciudad del Cabo a un pequeño pueblo rural:
“His brother was still a baby, kept indoors out of the sun; there was no one to play with but the Coloured children. With them he made boats out of seed-pods and floated them down the irrigation furrows. But he was like a mute creature: everything had to be mimed; at times he felt he was going to burst with the things he could not say. Then suddenly one day he opened his mouth and found he could speak, speak easily and fluently and without stopping to think”.
En otro capítulo añade que:
“Though his surname is Afrikaans, though his father is more Afrikaans than English, though he himself speaks Afrikaans without any accent, he could not pass for a moment as an Afrikaaner. The range of Afrikaans he commands is thin and bodiless; there is a whole dense word of slang and allusion commanded by real Afrikaans boys- of which obscenity is only a part- to which he has no access”.
Coetzee proporciona una visión no solo en sentido estricto de los problemas del idioma, sino también de la relación entre los diferentes grupos sociales en Sudáfrica, sus movimientos y sus respuestas al cambio estructural político de aquella época. Utilizando el personaje de un niño pequeño, el protagonista describe las intenciones, identidades y actitudes de diferentes generaciones y sus miembros y su entorno desde una perspectiva muy íntima. Tampoco deja de lado a los profesores, cuyo trabajo también se filtra en las orientaciones políticas y los prejuicios personales.
De este modo el libro por un lado da una imagen crítica de una determinada sociedad durante un período de tiempo, y por otro lado arroja luz sobre cuestiones que nosotros podemos plantearnos viviendo en una familia o país plurilingüe o multicultural. No solo sobre el idioma y la identidad cultural, sino también sobre las diferentes ambiciones de generaciones, la repetición de rasgos culturales entre generaciones, aunque en diferentes formas, y muchos, muchos otros matices sutiles.
A fin de cuentas, todos estos son temas que pueden surgir en cualquier familia que cría a un niño plurilingüe. Es cierto que, en la carrera de la vida cotidiana, no es fácil tomarse un tiempo para leer. Buscando libros sobre el plurilingüismo no nos limitemos a las estanterías sobre educación sino lancémonos tranquilamente a ver la sección de literatura ficticia. El resultado será sorprendentemente enriquecedor.