Familias monolingües cuentan con orgullo las palabras creadas por el niño que no tienen nada que ver con su propia lengua, sino que son inventos propios para describir uno de los objetos de importancia vital del entorno del niño. El chupete, la manta, el animal de peluche favorito y similares pueden ser bautizados con una versión interesante de su nombre o con un nombre completamente diferente. Sin embargo, cuando niños plurilingües optan por el mismo método, suele surgir la duda si es fruto de una anomalía y a veces la acusación de que eso debe ser el resultado de la interferencia provocada por otra lengua.
Nos encontramos con la misma crítica cuando los niños mezclan el vocabulario o estructuras gramaticales de una lengua con la otra en la misma frase. Mientras que es una de las características más comunes del desarrollo normal de un niño plurilingüe. Puede que simplemente tome prestada una palabra de otra lengua porque es la que mejor describe lo que quiere decir y le sería más complicado explicarlo en otra lengua. Este método lo utilizan también adultos en sus conversaciones y no se le ocurre a nadie a cuestionar la competencia lingüística del otro. Así entran además nuevas palabras en una lengua, pensemos en la de mánager o líder.
Es natural que cuánto más lengua está en juego tanto más margen tiene la creatividad. Cuando los bilingües están aprendiendo un tercer idioma, es decir, por ejemplo, después del alemán y del español aprenden el inglés, utilizarán su conocimiento metalingüístico que adquirieron después de haber aprendido ya dos lenguas. Este conocimiento y la experiencia del aprendizaje les estimula para tantear nuevas posibilidades y en esto son mucho más valientes que los monolingües. Es verdad que al asumir más riesgo también acumulan más errores que sus compañeros monolingües. Pero justamente estos errores son los que llevan a la adquisición de la nueva lengua.
Asimismo, los plurilingües son más flexibles en el uso de la lengua y se aferran menos a una expresión ya que su experiencia les demuestra que cada cosa puede llevar diferentes nombres. O ven los significados metafóricos ampliados por las diferentes fuentes culturales. Por ejemplo, Navidades pueden no solo asociarlas al turrón y el Belén sino también al árbol de Navidad.
La creatividad está detrás cuando los niños no entienden algo y lo dotan de un significado que tenga sentido para ellos. Además, no solo a nivel de palabras, sino también de historias. Los niños no entienden más de los cuentos escuchados, de lo que saben sobre el mundo o como pueden imaginárselo. Esto es lo que les da protección frente al mundo de las imágenes, por ejemplo las películas de dibujos animados. Que les proponen una imagen hecha que además les da menos margen para su propia creatividad.