Hay diferentes consideraciones que vienen a la mente cuando uno intenta formular por qué, al vivir en el extranjero, se ha optado por utilizar una lengua u otra a la hora de hablar con los hijos.
Es perfectamente legítimo que cada persona decida esto por sí misma según su mejor criterio. Echando la vista atrás, para mí lo más cómodo era hablar en húngaro – mi lengua materna – con mis hijas, que, si soy sincera, compensaba algo de lo que la distancia me había alejado de mi país. Así vivía el hogar en casa, no sólo en nuestras conversaciones y en la comida, sino también en tantos pequeños detalles de los que quizá no éramos conscientes.
Para los que ahora sienten que tienen que tomar una decisión, pero aún no están seguros de qué dirección tomar, he reunido 9 puntos que argumentan por qué deberíamos (también) hablar en nuestra lengua materna con nuestros hijos en el extranjero.
- Porque es la lengua que mejor conocemos sin prestarle atención sobre cuál es exactamente la forma y el modo que la situación requiere.
- Es la lengua en la que podemos expresarnos con el vocabulario más rico y transmitir nuestras emociones con más precisión.
- Porque es una lengua con tanta riqueza individual única como cualquier otra.
- Porque un niño puede aprender cualquier idioma, incluso varios al mismo tiempo y por ello no hay razón para que uno no lo transmita.
- Porque así los hijos podrán seguir en contacto con sus parientes, abuelos, primos, etc.
- Porque así no se romperá la narrativa que se teje a partir de las anécdotas personales en las reuniones familiares.
- Porque nuestros hijos también conservan inconscientemente muchos elementos culturales y de comportamiento y que podrán ser complementados plenamente con la lengua.
- Porque el plurilingüismo les proporcionará muchas ventajas.
- Porque les darás una oportunidad que agradecerán de mayores.
- Porque si no empezaron a aprender la lengua como lengua materna cuando eran pequeños, luego se verán obligados a aprenderla como segunda lengua, con todas las dificultades que eso implica.
Estoy segura de que hay muchos más argumentos, ¡y te recomiendo que reflexiones sobre ellos! Aunque quizá lo más fuerte sea que ni siquiera te planteas estos puntos, sino que simplemente te parece evidente que es la única lengua posible para hablar entre vosotros.
Paradójicamente, cuánto más natural y confiadamente utilizas tu lengua materna, tanto más generoso podrás ser para utilizar la lengua de país de llegada con ellos cuando la situación lo requiera.