No son raros los padres bilingües entre las familias con las que trabajamos durante 4 semanas en el minicurso sobre educación plurilingüe. Para ser honesta, al principio eso me sorprendió. Como yo misma crecí monolingüe, pensaba que, si para alguien debe ser un rompecabezas cómo hacer frente a la tarea de educar sus hijos en diferentes lenguas, somos nosotros, los que crecimos con solo una lengua materna.
Fue en una de mis primeras consultas cuando una madre que vivía en Alemania me pidió consejo sobre cómo apoyar el desarrollo del lenguaje de su pequeño hijo trilingüe. Su principal preocupación era saber si los tres idiomas no serían demasiados para un niño pequeño. Para tranquilizarla traté de aclararle resumidamente con argumentos que pensé que podrían ser especialmente relevantes para ella. No recuerdo exactamente qué le estaba explicando cuando me interrumpió diciendo que “sí, eso ya lo sé, porque yo misma soy bilingüe.” Me sorprendió escuchar esto, porque realmente no esperaba que nadie que hubiera aprendido con éxito dos idiomas de niña estuviera preocupada porque su hijo tuviera que lidiar con uno más.
Desde entonces he trabajado con numerosas familias con esta característica y ya veo de una manera mucho más matizada lo que puede haber detrás de estas preguntas. Recientemente, cuando una madre trilingüe se apuntó al curso para prepararse bien para la educación de su hija que tendría que aprender cuatro lenguas ya intuí lo que podía haber en la raíz de su interés y así se confirmó durante las sesiones.
Ya que estas dudas en padres bilingües o plurilingües, no se deben simplemente a la diferencia de la cantidad de lenguas como podríamos pensar a primera vista. En tales casos, primero suelo indagar un poco más sobre la relación del progenitor con su propio proceso de aprendizaje de lenguas. A veces, sus experiencias positivas personales están vinculadas a un modelo educativo concreto, y en el momento en que ellos mismos no se ven capaces de reconstruirlo con precisión en sus propias familias, puede surgir la inseguridad. Por ejemplo, si recuerda que su madre estaba en casa con ella y atribuye el éxito a ese único factor, pero al trabajar ella no ve las condiciones igualmente aseguradas ya que presta atención solo al factor tiempo.
Lo mismo sucede si su hijo tiene que aprender idiomas diferentes al suyo, o, por ejemplo, si no encuentra exactamente, en el nuevo país donde vive actualmente, el mismo sistema educativo que ella tuvo. Podría seguir enumerando múltiples diferencias que se pueden dar.
Lo que se olvida, es que hay muchas maneras de criar niños plurilingües. Afortunadamente, hay muchos más factores detrás del aprendizaje exitoso de idiomas que el tiempo, y múltiples formas institucionales pueden resultar efectivas.
En otras ocasiones, las propias experiencias negativas obstaculizan el poder seguir y apoyar con confianza el desarrollo del aprendizaje de lenguas de sus hijos plurilingües.
Por otra parte, hay padres que vivieron una experiencia negativa porque, por ejemplo, sufrieron acoso usando uno de sus idiomas, o porque no han podido aprender una u otra lengua a pesar de sus orígenes bilingües. (Esto último no tiene porqué ser traumático para todos). Pero cualquiera que sea la forma en que lo hayan experimentado, y más, si aún no han sanado sus propias heridas, deben tener cuidado para que no dé lugar a una actitud negativa hacia alguna de las lenguas de sus hijos.
A veces justamente es el nacimiento de los hijos lo que puede activar estos recuerdos. En este caso lo mejor es que lo resuelvan lo más rápido posible. En mis minicursos solemos presenciar momentos catárticos cuando uno o una de los participantes se da cuenta de su propio comportamiento autolimitante durante los temas que trabajamos, lo que puede ser tanto el resultado de alguna experiencia traumática similar como una serie de vivencias.
Sin embargo, puede haber otra razón por la que los padres bilingües recurren a la consulta. Por el hecho de tener una amplia experiencia en cómo perder un idioma. Los monolingües, empezamos a prestar atención a esto cuando se vuelve interesante debido al plurilingüismo de nuestro propio hijo. Sin embargo, los padres plurilingües ciertamente percibieron ya mucho antes varios ejemplos negativos.
Lo inestimable en los minicursos es la experiencia que ellos comparten con los otros participantes del grupo sobre su propio plurilingüismo. Su ejemplo junto con la discusión de los factores del aprendizaje de idiomas, de los principios del habla y sobre las expectativas reales e irreales que tienen lugar durante las cuatro semanas del minicurso en línea refuerzan aún más en los participantes la certeza de que muchos caminos llevan hacia el éxito.