Algunos creen que los plurilingües son superdotados, aunque en realidad esto puede decirse solo de una pequeña parte de ellos. Ya que la mayoría no dispone de su vínculo con las lenguas como un don divino, sino como el resultado de las decisiones de sus progenitores u otras circunstancias externas. Sin embargo, esto no quiere decir que no tengan características comunes con las personas prodigiosas.
Primero, porque tanto el talento innato como el hecho de crecer plurilingüe son una responsabilidad enorme y no solo para los niños sino también para su entorno. Debido a la necesidad del apoyo imprescindible de sus padres y profesores. Y, además, ambos grupos deben recibir esta ayuda cuánto antes para conseguir más éxito.
La ventaja de los plurilingües es que no hace falta descubrirlo, ya que su situación queda clara desde el principio (excepto si llegan a tener contacto más tarde por la mudanza de la familia a un nuevo país u otras circunstancias) y los padres siempre tienen que ver con el asunto. En cambio, el talento innato no siempre muestra señales tan evidentes desde el inicio. Un don puede saltar varias generaciones y no es obvio que los padres hayan destacado en el mismo campo así que tampoco es seguro que sepan qué necesita exactamente este niño desde su tierna infancia para desarrollar este talento concreto. Si tienen suerte, el colegio les echará una mano y a través de ellos conseguirán tener más información para poder satisfacer las necesidades especiales de su hijo. Sin embargo, con los plurilingües ocurre justamente al revés ya que es posible que precisamente en el colegio no les puedan ayudar en todas sus lenguas. Por eso es tan importe una buena colaboración entre los padres y los profesores sobre todo en la guardería y primaria.
Por supuesto que esto no quiere decir que el entorno del niño sea el único responsable de su éxito. La propia actitud y creatividad de él contribuyen no menos en ello, sobre todo porque solo podrá transitar el arduo camino de su desarrollo con la ayuda de su propio esmero y perseverancia. El que nace con un talento especial, intenta corresponder a su propia exigencia interna, sin embargo, los niños plurilingües lo hacen para obedecer a la presión de los monolingües de su entorno. Así que ellos necesitan que les alentemos, pero es contraproducente y por eso no recomendable alabarlos como superdotados.
Los jóvenes realmente superdotados necesitan también aprender herramientas y crear costumbres que le faciliten realizarse y sin estos no podrán desplegar sus capacidades. En el caso de los niños plurilingües la importancia de la adquisición de metodología y el hábito de trabajo regular son todavía más importantes ya que detrás de su situación no se halla el fuerte móvil interno propio de los superdotados. Es verdad que nos sale fácil la expresión de superdotado al ver sus habilidades y parece forzado mencionar la disciplina, la curiosidad, la perseverancia y la diligencia, aunque sin estos últimos el talento solo para poco vale. Y, además, si un niño plurilingüe continuamente oye que es superdotado, puede que distraigamos su atención de estas últimas características. Padres y profesores debemos inculcarles métodos y hábitos cuando son pequeños, sin olvidar que esto solo tiene sentido si los niños entienden que antes o después deberán desarrollarse de manera autónoma por su propia motivación.