Manualidades como tejer, hacer bordado o crochet no viven justamente su esplendor. Sin embargo, volvieron a la escuela donde trabajo, donde desde hace unos años se ofrecen estas actividades para los alumnos entre la gama de cursos de la tarde junto con magia, robótica y varios entrenamientos deportivos. Recientemente nos vimos por el pasillo con la joven maestra que dirige estos grupos. Para ser sincera, para mí de niña, los hacía mi madre, o al menos terminaba las pequeñas piezas que teníamos que entregar. Yo estaba ocupada con otros cursos o entrenos que me parecían más importantes. Sin embargo, no vi oportuno mencionarle esto a mi colega, sino que preferí llevar la conversación en la dirección de cuán útil es mejorar la motricidad fina de los niños. Hacer punto y otras manualidades parecidas sirve a los niños entre otras cosas, para aprender a escribir letras con mayor destreza, es decir, facilitarles los primeros años de escuela.
El niño al que le resulta fácil escribir las letras y le salen bien redondas comenzará con más elogios sus estudios que aquel cuyos trazos todavía son inseguros, sobresaliendo de las líneas y es probable que deba borrarlas varias veces para que coincidan aproximadamente con los patrones.
Además, agregué, son útiles también en aritmética, ya que al principio el uso de los dedos es inevitable y el mayor control de los dedos facilitará los primeros cálculos. Mi colega esperaba con paciencia que acabara con mi argumentación y solo después añadió que las manualidades cuentan con otra gran ventaja. Y esta no es menos importante justamente en nuestro mundo. Esto se debe a que los niños durante semanas trabajan en la misma pieza. Es decir, los niños deben aprender que terminar una hermosa figura de peluche de ganchillo o un bolso no se hace de un momento a otro. Los tejen con ganchillo durante largas semanas para que lleguen a ser como los habían imaginado. Es esta capacidad de perseverancia la que les ayudará en el aprendizaje de otras materias y no es menos importante que la destreza de la motricidad.
La misma perseverancia es la que necesitan los niños que quieren aprender o reaprender una lengua minoritaria ya siendo mayores. Pero no solo para ellos, sino también los que intentan enseñarles. Pero ¿de qué otras formas se puede hacer un poco más fácil este arduo trabajo?
1. Con un niño mayor ya se puede hablar sobre por qué es bueno y cuantas personas haría feliz con esto. Si ya hablaba el idioma a una edad temprana, podemos contarle sobre ese período, de sus primeras palabras o sus expresiones típicas de aquella época. Además, los que de pequeños ya hablaron una lengua, es más probable que su pronunciación sea más parecida a los nativos, aunque luego aparentemente la hayan olvidado. A parte de que más tarde lo podrá recuperar más rápido, porque cuesta menos aprender una lengua que sabíamos ya anteriormente que una completamente nueva.
2. Hablemos con él sobre la manera en que quiere estudiarla. Por ejemplo, ¿si prefiere que volvamos hablarle inmersivamente y no le traduzcamos hasta repetirlo por lo menos dos veces? (Piense cuántos niños aprenden el idioma de un nuevo país de esta manera (por inmersisón) cuando la familia se muda a otro lugar. O limitemos el uso de aquella lengua primero a una actividad, por ejemplo, mientras preparamos la comida juntos. Para que repitiendo expresiones ganen seguridad primero en un tema y luego extendámoslo a otras actividades.
3. ¡Tengamos en cuenta que el vocabulario pasivo siempre supera al activo! Si no hablan, no significa siempre que no lo hayan entendido. Y paralelamente no esperemos que sepan hablar de algo sobre lo que nadie les haya explicado antes. ¡Así que seamos nosotros los primeros!
4. Es útil hablar con ellos sobre temas que se están abordando actualmente en la escuela. Reconocerán el nuevo vocabulario más fácilmente ya que el contexto les será más familiar. Podemos tener en cuenta lo mismo a la hora de elegir libros para ellos. Muchos libros infantiles están disponibles en diferentes traducciones. (¿Conocéis la serie de Geronimo Stilton?)
5. Delegad la enseñanza de idiomas. Podríais buscar clases particulares. Estos funcionan mejor si luego en casa comentáis, lo que estudiaron en clase, es decir utilizáis las clases como excusa para poder utilizar dicha lengua en casa.
Podría enumerar durante mucho tiempo muchas otras maneras de reaprender una lengua perdida, pero prefiero hacer sugerencias más detalladas en función de las características de cada familia. Sobre todo, porque no será un período corto y se necesitará un apoyo diferente en las diversas etapas.
Lo más importante es no perder la paciencia. Si estáis agotados, ¡pensad en los bordadores o los tejedores de ganchillo! ¡Cuánta atención y perseverancia necesitan para terminar un hermoso mantel! Podemos aprender mucho de ellos.